El pasado 5 de septiembre pudimos celebrar por fin la tan esperada comunión de Rocío y Reyes. Como les ha pasado a otros, la cosa no estaba nada clara. Hasta el último día no sabíamos si se podría celebrar debido a las restricciones por el Covid-19. Además, para hacerlo todo bien y con las medidas de seguridad requeridas, decidimos hacerlo al aire libre. Por supuesto esto tiene pros y contras. Que si llueve o no. Que si pega el sol o no. Pero juzgad vosotros por las fotos que sacó mi cuñado Raúl. El paisaje que nos envolvía ya fue para mí un regalazo.
Rocío y Reyes no han asistido a las catequesis convencionales de la parroquia o el cole. La catequesis se la han dado sus padres durante los laudes del domingo durante un año y medio. Así hicimos también con Nacho, el mayor. Algunos catequistas que le tocaron en Tanzania a Nacho pegaban a los comuniantes con vara para que se aprendiesen las lecciones. Nosotros eso no lo entendíamos porque se trata de que la primera comunión es el primer encuentro que tiene uno con el cuerpo y la sangre de Cristo. El objetivo no era que esto les causase rechazo a mis hijo, ¿no? Pues eso.
Bueno, hoy solo quería enseñaros las fotos y ya me estoy enrollando…Aquí están.