Hoy tengo noticias muy tristes y noticias muy buenas. Como los que seguís este blog ya sabéis, el 9 de diciembre tuvimos un accidente grave en Rwanda. Dos personas resultaron muertas y varias heridas. Uno de los que murieron era el responsable de mi comunidad, León. Su mujer Elizabeth quedó muy malherida y la llevaron al mejor hospital de la capital, Kigali. Allí tuvo hasta tres infartos pero aguantó y el Señor la sostuvo. Elizabeth peleó. Y así siguió peleando hasta el pasado 13 de enero. Este día a las 12:00 de la noche empezaron a fallarle los pulmones de nuevo, la tensión se desplomó y perdió la conciencia. El equipo de urgencias estuvo hasta las 03:00 pm intentando reanimarla pero fue imposible. Y Así, cuando todo parecía que iba a mejor, cuando todos estábamos ilusionados pensando en su regreso, el Señor la llamó. Precisamente hoy recibiremos su cuerpo.

Ha sido un tiempo raro porque todos pensábamos que la veríamos de nuevo. Desde el hospital siempre llegaban noticias de mejora. La verdad es que nunca salió de cuidados intensivos pero, claro, cualquier noticia de mejora era recibida con mucha ilusión y por lo visto tendemos a aferrarnos a la esperanza. Estamos hechos así y me parece bien. La esperanza es buena, sin duda.

Sin embargo, había algo que a mí no me apetecía: contarle la muerte de su marido a Elizabeth. Cuando empezó a recuperar el conocimiento y ella preguntó, le dijeron  que estaba en otro hospital y por eso no estaba junto a ella. Y ahora están juntos en el cielo. Quizá no ya como marido y mujer pero sí como hijos de Dios. Mañana por la mañana iremos a un lugar cerca de Moshi, donde descansan los restos de su marido y allí la enterraremos junto a él. Descanse en paz.

La buena noticia es que el domingo pasado regresó de Rwanda nuestra hermana Marieta. Estuvo hospitalizada mucho tiempo por contusiones varias y cuando le dieron el alta, una familia con 8 hijos la acogió en su casa hasta su regreso. Ha venido  bastante débil pero contenta por vernos a todos. Dice que le han tratado muy bien y está muy agradecida a todos los hermanos ruandeses y a Dios. Bienvenida.

Ahora sólo queda una hermana más, Julita. Es una viuda que vive con 7 hijos. Algunos de ellos adoptados. Está fuera de peligro. Ojalá venga pronto y nos cuente su experiencia. Así yo también os la podré contar.