¿Por qué se llama el corazón del hombre y no Aventuras en Tanzania? O aprovechando que somos de Valencia también podíamos haberlo llamado Paella de Ñu (si, este me molaba bastante). Pues se llama así porque lo que más me ha llamado la atención no ha sido lo particular de las costumbres, no ha sido lo imponente de la naturaleza ni lo exótico de los lugares que hemos visitado. Tampoco la miseria o la diferencia entre ricos y pobres. Todas estas cosas nos han llamado la atención y sin duda conforman en las personas un carácter distinto al nuestro.
Pero el corazón del hombre es muy profundo.
Si bien nuestro modo de ver la vida, de entender la familia es distinto, hemos visto que tenemos los mismos profundos anhelos y sufrimos por las mismas cosas. Somos igual de pecadores y perseguimos las mismas cosas. Queremos vivir a nuestro modo, queremos afecto, seguridad, prestigio…Y de igual modo muchas veces ignoramos donde está la vida eterna.
Muchas personas en Tanzania vienen de Europa o EEUU y fundan orfanatos y ONGs. Este tipo de iniciativas son absolutamente necesarias por cuanto cubren necesidades básicas como la educación, la salud, el trabajo autosuficiente etc. Pero vemos que tienen un techo. ¿Quién te dice en la cola de un dispensario de comida o de un hospital que eres una persona con dignidad porque Dios es tu padre? ¿Cómo transmitirás esa dignidad a tus hijos si vienes de una familia rota o de un padre alcohólico o de una madre que te abandonó porque no tenía qué darte de comer?
El corazón del hombre necesita auténtica misericordia, necesita perdón, necesita saber que es importante para Dios y que su destino es la Vida Eterna. Sólo la buena noticia del Evangelio es capaz de plantar en el corazón una semilla de cambio, de conversión. Vivir con esta semilla transforma a la persona, a las familias y al mundo.
¿Y qué hacemos nosotros?
Apoyar a las comunidades de reciente formación en nuestra parroquia, celebrar, catequizar, ayudar, asistir en lo poco que podemos. Vivir como el resto de hermanos, junto a ellos y con ellos. Recogiendo lo que sembraron las anteriores familias que estuvieron aquí antes que nosotros y sembrando lo que no cosecharemos. Y todo gracias a Dios.